Actualidad rabiosa.    
     
(Por Ludovic Carlsson Svenson, "Cegatito de San Bernardo").    
 

Pamplona (España), 20 de abril de 2008. Actualidad gozosa para la cuadrilla de Revillita. Uno de sus miembros, Pepe Luis Manistérrido (Jefe de Protocolo), acaba de recibir el “Premio Internacional Idi Amin a los valores democráticos, la educación y las buenas costumbres”, en el salón principal del Hotel Los Lebreles. Ambiente de gala, con asistencia de renombrados políticos, periodistas, gente del mundo del arte, etc. El Presidente del Jurado, Luis Miguel Atila, declaró: “Hemos concedido este premio a Manistérrido porque nuestro querido y admirado Pepe Luis es el paradigma de hombre políticamente correcto, abierto al diálogo y ejemplo de tolerancia, que siempre ha hecho gala de un talante y educación excepcionales, el animal.”  

Manistérrido, visiblemente emocionado, ha pronunciado un excelente discurso de agradecimiento, que por su interés, reproducimos íntegramente: 

"Querido Presidente, queridos miembros del Jurado, distinguido público:  

Por favor, que alguien llame al cabrón de mantenimiento para que ponga el aire acondicionado más suave, que me estoy quedando tieso. A lo largo de mi dilatada vida profesional, siempre he procurado tratar a mis interlocutores con el máximo respeto, aunque la mayoría son unos cabestros que no se merecen ni el aire que respiran, pero si algo me caracteriza es la educación con todo el mundo, porque yo tengo estudios y soy incapaz de comportarme de manera inapropiada. Esta actitud me ha reportado grandes satisfacciones, ya que he creado un entorno de trabajo agradable y potenciador de la sinergia o como se diga toda esa mierda de juntarse con unos cuantos gilipollas para pasar el rato. Mi prestigio como profesional resolutivo se ha acrecentado hasta el punto de que he llegado a lo más alto desempeñando el cargo de Jefe de Protocolo en la cuadrilla de Revillita, una labor que estoy desarrollando con enorme éxito, como no podía ser de otra manera tratándose de mí, que sé quedar bien en todos los sitios, sobre todo cuando me escondo. Desde que trabajo con Revillita y sus muchachos, he advertido una considerable evolución en sus maneras y en el modo de comportarse en público, lo que habla de mi preparación y mis grandes dotes didácticas, imprescindibles para que me entiendan algo estos cantamañanas, que tienen el conocimiento justo para echar la quiniela. Por todo lo anterior, no me ha sorprendido la concesión de este premio, que considero totalmente acertada, pues habrá en el mundo pocos expertos en protocolo más cualificados que yo (se podrían contar con los dedos de una manopla). Agradezco su decisión a los miembros del Jurado que me han votado, y a los demás, que les den por culo. Muchas gracias." 

- Manistérrido, quisiera hacerte una entrevista para que mis lectores te conozcan en profundidad.

- Encantado, Cegatito, pero ojo con lo que preguntas que yo tengo un pronto muy malo, si bien es cierto que suelo pedir disculpas incluso antes de que llegue la ambulancia.

- Tomo nota. Antes que nada, te felicito por la concesión del premio, había muchos candidatos de gran nivel y estoy seguro de que no habrá sido fácil para el Jurado decidirse.

- En efecto, la cosa ha estado muy reñida, fíjate que el segundo clasificado en la votación ha sido Ambrosio, el mayordomo de Ferrero Rocher.

- Me ha extrañado que el premio lleve el nombre de Idi Amin, que ha sido un dictador temible y durísimo, el gobernante más despiadado que ha habido en Uganda.

- A cualquier cosa llaman dictador, sólo por dar un golpe de estado, mantenerse veinte años gobernando sin convocar elecciones y encarcelar a los disidentes… en fin, si eso es un dictador, pues sí, Idi Amin era un dictador, yo no voy a perder el tiempo discutiendo esto con nadie.

- Dicen que era caníbal, incluso él lo reconoció muchas veces.

- Es cierto que comía carne humana, pero siempre era de presos políticos fusilados, se comía la carne por aprovecharla, porque era de no tirar nada.

- Comprendo.

- Lo que pasa es que la gente es muy criticona y le saca punta a todo. A ver si todo el mundo va a tener que comportarse como Chanquete, que era un blando y un marica, por eso acabó tan mal. Si yo estoy en su pellejo y me quieren quitar el barco, me lío a tiros hasta con mi padre. Como debe ser.

- Eso no te lo discuto. Pasemos a hablar de cosas más agradables. Sé que eres muy aficionado al cine. ¿Qué películas te gustan?

- Las que tienen argumento, mensaje, sobre todo las de Sylvester Stallone y Van Damme, son actores muy creíbles, pues desarrollan un hilo argumental razonado.

- ¿Qué otras cosas te gusta hacer?

- Muchas, por ejemplo, me encanta apedrear cabinas telefónicas, porque sueltan muchos cristales y siempre hay algún capullo que se corta con ellos, no veas lo que me descojono. También disfruto mucho volcando el camión de la basura.

- ¿Por algún motivo en especial?

- Por fastidiar a los basureros, que son todos unos cabrones.

- Bien dicho. Siempre te has destacado como un practicante de la no violencia.

- Así es, aunque reconozco que de vez en cuando suelo organizar una banda para dar una paliza a alguien, pero son casos puntuales, porque van provocando. Sobre todo, acostumbro a sacudir a los curas, porque soy muy creyente y tiro hacia lo religioso.

- Eso puede parecer una incongruencia, si me permites el congrio.

- Es posible, pero me quedo con el regusto de seguir en contacto con la Iglesia, porque admito que en misa me aburro una jartá. Aunque te diré una cosa: los curas son cada vez más quejicas. No veas cómo gritan en cuanto les desvías un poco la columna vertebral, se ponen inaguantables.

- Eso será porque se han hecho a la anestesia y no se quieren bajar del burro.

- Puede ser, pero con sacerdotes tan señoritos, no le veo futuro al cristianismo, no sé.

- Intuyo que eres un hombre que saborea las pequeñas cosas de la vida.

- Sobre todo me gusta golpear a seres indefensos.

- ¿Por algún motivo en particular?

- Sí, porque asumo menos riesgos, a ver si te has pensao que soy gilipollas.

- Me admira cómo controlas todos los detalles.

- Las cosas hay que hacerlas bien o no hacerlas.

- ¿Vas al fútbol, admirado Manistérrido?

- El fútbol ya no es lo que era desde que han puesto cámaras de seguridad y vigilantes, es que no se puede hacer nada divertido, ni siquiera tirar cosas a los árbitros, que sólo les apuntamos a la cabeza y además está la Cruz Roja. Pues ni eso.

- No os consienten nada porque abunda la intolerancia.

- Así es, se ha llegado a un punto en que le das a alguien una tunda con el bate de béisbol y te miran mal. Es triste pero es así.

- Básicamente lo que yo decía. Hay mucha crispación en España, Manistérrido.

- Eso es porque los socialistas son todos unos cabrones.

- ¿Y la oposición?

- Los de PP son todos unos cabrones.

- Veo que no te interesa mucho la política.

- Es que los políticos de ahora son mediocres. Ninguno se puede comparar con Fidel Castro, por ejemplo. Fíjate cómo será ese hombre y su capacidad de convocatoria, que pronuncia discursos de cinco horas, y los cubanos aguantan a pleno sol tan contentos escuchándole y aplaudiéndole, casi nada.

- Pues he oído que Castro es un dictador.

- Te digo lo mismo que en el caso de Idi Amin, a cualquier cosa llaman dictador.

- Puede ser. A pesar de tu poco interés por la política, hay cosas en las que coincides con el Gobierno. Eres un gran defensor de la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

- Así es, hay que respetar a las personas, aunque a veces te suponga un esfuerzo. Por ejemplo, a mí me gustaría atropellar a los ciclistas, pero no lo hago porque no quiero meterme en un lío por un gilipollas de esos.

- Yo he atropellado a varios, pero sin querer, porque no veo casi nada con las gafas puestas y creo que no me ceden.

- Cegatito, así no tiene mérito, lo que cuenta es la intención.

- Ya lo sé. Manistérrido, durante los últimos años la Fiesta Nacional pasa por un momento de esplendor: los públicos llenan las plazas, los toros embisten más que nunca, y hay un ramillete de excelentes toreros veteranos y jóvenes con grandes cualidades que nos deparan tardes extraordinarias. En este contexto tan marcadamente competitivo, ¿qué puede aportar Revillita?

- Ése ni hostias.

- ¿Cómo?

- Quiero decir que Revillita es un torero perfectamente capacitado para triunfar en cualquier plaza.

- Estoy convencido de que tu labor como Jefe de Protocolo de Revillita es totalmente acertada. Creo que los miembros de la cuadrilla estáis muy compenetrados y  formáis una piña muy compacta, si me permites la conífera.

- Así es.

- Sin embargo, dicen que han surgido ciertas tiranteces entre tú y Gran Otilio, el célebre piloto de Fórmula 1 y afamado latin lover.

- En efecto, porque Gran Otilio anda siempre enrollándose con tías muy buenas, y eso no me parece correcto.

- ¿Por qué?

- Porque no me llama. Con lo que me gustan a mí esas chicas tan montaraces y bravías, y el tío no tiene nunca un detalle. Pedazo de mamón.

- Me parece lógico tu enfado, Manistérrido.

- Yo no niego que Gran Otilio es el latin lover por antonomasia, pero debería tratarme un poco mejor, teniendo en cuenta que ostento un cargo de representación dentro de la cuadrilla.

- Manistérrido, como hombre sensible que eres, sé que te preocupa todo lo relativo a la conservación del medio ambiente, porque sientes gran cariño por la Naturaleza.

- Cierto, me apasiona conducir mi todoterreno por parajes boscosos y atropellar bichos de especies protegidas. Le saco chispa.

- ¿Y no te dicen nada los ecologistas?

- Que digan lo quieran porque no les hago ni caso. Los ecologistas son todos unos cabrones.

- Eso está claro. Además, no creo que ningún ecologista sea tan defensor de la paz como tú, Manistérrrido.

- Claro, yo siempre he sido muy pacífico, incluso en los años 70 formé un grupo pacifista muy influyente. Qué recuerdos tan bonitos me trae aquello, menudos canutos nos fumábamos, y además nos poníamos tibios de follar. Y cuando venían las chicas, todavía más, qué gozada.

- Estoy seguro de que si te conociera el Presidente Zapatero, diría de ti que eres un hombre de paz.

- Y si no, peor para él.

- Hablemos de tu infancia, Manistérrido. Tenías una relación muy especial con tu padre.

- Sí, desde chico me lo pasaba muy bien con él, y a medida que fui creciendo y cogí músculo, disfrutaba muchísimo con el directo y el gancho de izquierda. Qué bien encajaba el jodío.

- Era un buen tipo, y estaba feliz jugando contigo.

- Le puse en su sitio varias veces. Que te digan en Urgencias.

- Veo que te gusta mucho dar palizas a la gente, no sé yo si esa afición es del todo buena.

- No hay que preocuparse, porque yo siempre les doy fuerte con el bate de béisbol, y como sangran mucho, se descongestionan.

- Entonces no sufren.

- Claro, yo me lo paso bomba y ellos se recuperan en pocos meses.

- Me quedo más tranquilo, eso ya me cuadra más. Es célebre tu alegato contra la violencia en aquel maravilloso poema "Haya paz, cabrones"

- ¿Te gustó?

- Me gustó y me emocionó, se me pusieron los pelos como puntas. Me gustaría que lo recitases para que lo conozcan los más jóvenes.

- Con mucho gusto. Dice así: 

“Es primavera y me duele el alma.

Violencia en el aire.

Aquí va a haber hostias.

Me duele el alma al contemplar el sufrimiento

de esa madre española,

que ve a su niño discutir con el cabrón del panadero.

Ese panadero malo,

que se niega a jugar con el niño un par de horas

porque dice que tiene que ir a trabajar,

el hijoputa.

Madres españolas, siempre bravías,

armarse con buenos palos de los gordos

y enseñad a los panaderos lo que viene siendo

la energía cinética disipada en los piños,

y que se den una vuelta por Vitaldent.” 

- Eso es poesía de verdad, y no lo que hacen otros con más nombre.

- Si te refieres a Bécquer, Neruda, Alberti etc., todos esos eran maricones perdidos. Mejor ni hablar.

- Lo sospechaba. Todos los años te escapas unos días a Andalucía.

- Es una tierra muy bonita, Cegatito. Voy mucho por Sevilla, probablemente la ciudad más bonita del mundo.

- Nunca se me olvidará el poema que le dedicaste, Manistérrido. Por favor, recítalo para que todos mis lectores lo conozcan.

- Allá voy: 

"Sevilla, preciosa y andaluza,

monumental en tu arte,

señera siempre,

cuando paseo por tus calles morunas y miro al cielo,

menudas hostias me pego con los bordillos." 

- Sensacional, Manistérrido, me extraña que no vivas en Sevilla.

- No, porque los sevillanos son todos unos cabrones.

- También eres un enamorado de Córdoba.

- Otra ciudad maravillosa. Si quieres te recito el poema que compuse para cantar su belleza.

- Será un placer.

- Pues allá voy: 

"Córdoba, preciosa y andaluza,

monumental en tu arte,

señera siempre,

cuando paseo por tus calles morunas y miro al cielo,

menudas hostias me pego con los bordillos,

igualito que en Sevilla.

Su puta madre." 

- Muy emocionante, seguro que los cordobeses que lean esta poesía, se emocionarán mucho.

- Y si no, que les den por culo a todos. Cabrones.

- Apuesto a que no hay nadie en España que goce de tanto cariño como tú entre nuestros compatriotas. Hiciste muchos amigos catalanes cuando dijiste aquello de "lo que más me gusta de Cataluña es que está en una esquina y no tengo que ir para nada".

- Sí, creo que me quieren bastante esos cabrones.

- Tampoco se quedan atrás los gallegos, recuerdo un artículo tuyo en el que escribías que "Galicia es un lugar excelente para chocar con un petrolero bien lleno de mierda y escaparse ligerito." Creo que no les gustó nada.

- Que se jodan.

- El año pasado publicaste un libro excelente titulado “Me vas a oír, imbécil”.

- Sí, creo que ha sido uno de los hitos más importantes en mi carrera.

- Tuve ocasión de leerlo y debo confesar que me pareció un delicioso canto a la tolerancia.

- Gracias, lo publicó Editorial Anaya y casi no nos pusieron demandas todas esas asociaciones de idiotas que se enfadan por cualquier cosa.

- Tras una vida profesional tan intensa y brillante, me pregunto si aún te quedan cosas por hacer.

- Siempre hay cosillas que uno tiene pendientes, a la espera de encontrar el momento oportuno. Me hace ilusión ir un día a una obra pública para empujar al vacío a los jubilados cuando esté la hormigonera echando el suelo. Como estos abuelos llevan un montón de hierros en el cuerpo, se podría lograr una buena puesta a tierra de los edificios con un coste moderado. Eso, y lo que te puedes descojonar empujando a esos cabrones, claro.

- No digas esto en un club de jubilados, porque podrías tener problemas.

- Que no se quejen tanto, esos tíos no dan golpe y viven del cuento, hasta las medicinas les salen gratis porque les pagamos todos sus gastos entre todos los demás. No creo que sea nada malo darles en la cresta de vez en cuando. Es lo que yo digo, si lo pago, que me cunda.

- Manistérrido, como eres un experto en Protocolo, quiero hacerte algunas preguntas para orientarme.

- Será un placer ayudarte.

- Gracias, primera cuestión: supongamos que yo estoy en una cena de gala, con gente de alto nivel, y sufro un apretón intestinal que me obliga a salir ligerito a soltar unos misiles. ¿Qué debo decir para no quedar mal?

- En ese caso debes insinuar a qué sitio vas, pero sin pasarte. Concretando, tú dices “señores, no me tardo, que soy muy rápido jiñando”, y quedas como un señor.

- Entiendo, debo hablar con sutileza para no ser demasiado explícito.

- Así es.

- Bien, otro caso. En esa misma cena, al señor que está sentado frente a mí, posiblemente resfriado, le cuelgan unas velas más largas que el mapa de Chile. ¿Cómo se lo hago saber sin resultar hiriente?

- Muy fácil, te diriges a él y le dices: “te cuelgan los mocos, imbécil”.

- Humm, otra vez la insinuación sutil, ya veo por dónde vas.

- Así es, con un poco de tacto, puedes hablar de lo que sea sin molestar a nadie.

- Te veo muy centrado en la vida, Pepe Luis.

- Cierto, una vez alcanzada la madurez, vivo un momento de serena felicidad, aunque recuerdo con nostalgia mis años jóvenes. Reconozco que a medida que uno va madurando, deja de hacer algunas cosas divertidas. Por ejemplo, ya no me suelo sacar la cola en público, antes lo practicaba junto a monumentos emblemáticos para que disfrutasen los turistas y se llevasen una buena imagen de España. En ese contexto, debido a mi gracia natural y al generoso tamaño de mi herramienta, componía unas estampas muy enjundiosas. Ahora solamente lo hago cuando hay muchos japoneses delante, porque esos tíos sacan fotos y son muy agradecidos. Además me hacen buena prensa.

- Veo que te gusta cuidar tu imagen.

- En mi profesión es fundamental.

- Quisiera hacerte un pequeño test de asociación de ideas, yo te digo una palabra y tú respondes rápidamente con lo primero que se te ocurra.

- Estupendo, Cegato, arranca cuando quieras.

- Vamos allá: Yugoslavia.

- Cabrones.

- Primavera.

- Cabrones.

- Mercromina.

- Cabrones.

- Termostato.

- Cabrones.

- Paella.

- Cabrones.

- Muy bien, Manistérrido, has contestado con muchos reflejos.

- Cabrones.

- No, que ya hemos terminado, Pepe Luis.

- Cabrones.

- He disfrutado mucho de esta conversación contigo, creo que eres el prototipo de hombre afable y políticamente correcto.

- Me sale de natural.

(Fin).

Las fotos de un Jefe de Protocolo excepcional.

Pepe Luis Manistérrido es un hombre con una gran cultura, adquirida gracias a sus estudios en los centros más prestigiosos, y a sus frecuentes viajes para conocer a los diferentes pueblos, sus costumbres, su modo de vida, etc. Las siguientes fotos, comentadas por el propio Manistérrido, son un pequeño ejemplo de todo ello.

 

 

 

 

El legado de un hombre irrepetible.

Pepe Luis Manistérrido, pacífico donde los haya, ha colaborado con las Instituciones del Estado en multitud de iniciativas con el fin de mejorar la convivencia entre los españoles. Como muestra, publicamos los carteles que Manistérrido ha diseñado para la campaña "Piensa en los demás" del Gobierno de España.